In the kitchen

Los ruidos en la cocina durante la madrugada ya son evidentes, un leve chillido, sonidos de cosas moviéndose, retumbos de batería de cocina dentro del horno. Mi cerebro se alarma y me parece sospechoso y estoy atenta. Sin embargo, no me permito ver lo que realmente está sucediendo, creo que son las cañerías de gas o el viento que anda moviendo elementos en mi cocina durante la noche.

Los días pasan y la sospecha que algo está viviendo en mi cocina es innegable. Hago consultas, pregunto y la respuesta es obvia y a la vez sorpresiva, tengo una o más ratas en la cocina. Mi familia atando cabos, siguiendo indicios, como los extraños ruidos, los restos de comida fuera del tacho de basura, etc me dan la triste y asquerosa noticia.

La primera solución que encuentro es mudarme, hacer un bolso con algunas mudas de ropa, la computadora, algunos libros y chau, que otro se encargue de solucionar semejante problema. Luego recapacito y entiendo que alguna responsabilidad tengo en el asunto y debo buscar alguna solución.

Desde que sé que los ruidos en la cocina son de las ratas haciendo fiestas, la angustia y el miedo se apoderan de mí y me paraliza. Paso una noche llorando en mi cuarto hasta que amanece y me atrevo a entrar y veo los restos de paquetes de comida en el piso o algunas cosas movidas sobre la mesada. La decisión está tomada, me voy.  Le aviso a mis hijos, que ya se fueron de la casa, que vamos a pasar unos días con la tía y en algún momento veremos qué pasa, por ahí se van solas, yo que sé. Nadie las invitó, ratas atrevidas que se apoderaron de mi cocina y de mi casa.

Duermo algunas noches en la casa de mi hermana, con sus hijos, perros, gatos, marido, novios y novias de sus hijos. Mi cuñado me pregunta cuánto tiempo me voy a quedar. La verdad no pienso irme, pero le miento y le digo que estoy averiguando con algún profesional que se encargue de todo, mientras le respondo eso, me imagino viviendo con toda esa gente para siempre o bien mudarme a un hotel. Siento que molesto en su casa, pero más me molesta vivir con roedores.

Mi cuñado se da cuenta que no pienso irme y decide tomar el toro por las astas. Era hora que alguien se hiciera cargo, pienso, mientras escucho sus planes para echar a las ratas de mi casa y él echarme de la suya. Con el plan acordado, mis hijos, mis sobrinos, mi cuñado y yo partimos, nos acompaña su perra Argentina, Tina, que es casi un caniche toy y según ellos es especialista en atrapar ratas. La verdad no sé si es cierto, pero elijo creer y partimos todos a mi casa, hacinados en el auto. Tina ladra sin parar.

Abro la puerta del departamento, primero entran los varones, como corresponde. En este momento no creo en la igualdad de género, ni en el feminismo, ni en el lugar injusto que aún tenemos las mujeres en un mundo de hombres. Verifican que no hay nada a la vista y comenzamos el operativo, cerramos todas las puertas de las habitaciones, calentamos agua, movemos algunos muebles, la heladera. Cuando el agua está lista, mi cuñado nos indica irnos a las mujeres y ellos los hombres se quedan para ocuparse de todo. La única que puede quedarse es Argentina, aunque sea hembra.

Mi hija, mi sobrina y yo nos encerramos en el living y empezamos a escuchar los ladridos de la perra, los gritos de los hombres, el chillido de las ratas, ruidos, indicaciones. Nosotras nos dedicamos a gritar compulsivamente, no vemos nada pero podemos imaginarnos lo que sucede. De repente el silencio se apodera de la escena, dejamos de gritar y abro, temerosa, la puerta para ver qué pasa.

La cocina es un caos, agua por todas partes, elementos de cocina tirados en el piso, basura esparcida. Los hombres cierran una caja de cartón y me dicen ya está. Mi cuñado revisa todo exhaustivamente y me confirma que damos por finalizado el operativo. Le pregunto por las ratas y me dicen que las mató Tina. Me da pena la verdad, no sé bien qué siento, pero no digo nada. Tina no para de ladrar, le daría un beso, pero estuvo de caza y no me parece acertado.

Volvemos todos en al auto contentos, yo por que puedo volver a mi casa y ellos porque nos vamos de la suya. Argentina es premiada con un baño espumante en la bañadera y un secado de pelaje cuidado. Además de un hueso gigante que le regalo por su valor. Me quedo una noche más, porque no voy a volver a ahora a desarmar y limpiar la cocina. Quedé muy estresada luego de no hacer nada para echar a roedores extraños de mi casa. Mañana será otro día.