Asado de tira

Alejandro empieza a preparar el fuego del asado para inaugurar el comienzo de las vacaciones. Siempre alquila una casa que tenga parrilla, para poder disfrutar de la ceremonia del fuego.

La noche en Villa Gesell es perfecta, una leve brisa que viene del mar, hace chispear las brasas que se dispersan en el aire.  Observa, detenidamente, cómo se prenden las piñas que recogió su esposa Verónica en el bosque. Escucha el sonido crujiente mientras se queman.  Mira consumirse por el fuego, el diario que leyó esta mañana.

Un Gancia con soda que le ofrece su esposa, lo saca de la hipnosis de ver cómo todo lo que tira se quema. Como los objetos se desvanecen entre las llamas, como sus pensamiento y anhelos que surgen entre los pinos.

Este es el primer verano, después de varios años, que Alejandro volvió a estar conectado con su mujer y sus hijos. Ya no se siente un viejo choto de cincuenta años. Admitió con dignidad su edad y la de su esposa. La crisis ya pasó. También aceptó que uno de sus hijos es homosexual.  Ya no le revuelve el estómago pensar en Franquito., en Franco. Ya no piensa que tener un hijo gay les arruinó la vida a todos. Alejandro aceptó.

El asado de tira ya está en el fuego, la morcilla y el chorizo de cerdo. Verónica se acerca, con su aroma siempre fresco y lo abraza de la cintura. Los dos miran hipnotizados cada trozo de carne sobre la parrilla caliente. Verónica ama a Alejandro, lo perdona. Sabe que su marido tuvo una crisis. Verónica acepta. Observa a Alejandro mover cada chorizo y morcilla, para que el fuego los cocine parejo.

Ambos escuchan a Franco hablar por celular, su carcajada y risa es contagiosa. Los dos sonríen, aunque les cuesta acostumbrarse a las conversaciones de Franquito con alguno de sus novios. Verónica nunca pensó que uno de sus hijos sería homosexual, en verdad nunca pensó en muchas cosas. Y ya no quiere hacerlo.

El asado ya está listo. Verónica mira a todos en la mesa y se siente contenta, no feliz. Eso es otro nivel. Como le gusta a Alejandro, la tira de asado queda para comer al final. Todos lo aceptan. Y disfrutan el primer asado del verano.